viernes, 16 de enero de 2009

La Teta

No nos entretendremos aquí en enumerar las múltiples ventajas de la lactancia materna. Incluso aquellos que se empleñan en aconsejar a la primera de cambio el paso al biberón, están de acuerdo en que lo mejor para un niño es la leche de su madre.Se trata de que todo aquél que desee darle a su hijo lo mejor, tenga información suficiente para que lo haga; porque muchas veces, las más, se producen destetes por los bienintencionados consejos de algún ser querido.La decisión de dar la teta se toma casi en el mismo momento en que descubrimos que vamos a ser uno más. Se trata de querer ofrecer lo mejor a quien va a ser lo más importante para nosotros. Queremos darle el mejor alimento, el mejor cuidado y la mejor atención.La cosa se complica cuando llegamos al hospital y allí nos encontramos con mil profesionales que saben mucho pero que nos confunden; y terminamos siendo socios de "Nutrigaitas" y sus biberones.Todas las mujeres estamos diseñadas para concebir, gestar, parir y alimentar a nuestra prole. En esto no nos distinguimos del resto de las hembras mamíferas.El problema está cuando nos hacen creer que nuestra superioridad evolutiva nos coloca en desventaja cuando de cumplir con la naturaleza se trata. Porque de otro modo, ¿por qué a nadie se le ocurre poner en duda la calidad de la leche de la vaca que ha llenado la botella que tenemos en la nevera? Si todo el mundo está de acuerdo en que todas las vacas, más o menos, tienen leche de similares características, ¿por qué las mujeres no? ¿Por qué va a haber mujeres que tengan "buena leche" y mujeres que no la tengan?Según los estudios, sólo hay un puñado de casos descritos de Hipogalactia, esto es, ausencia de leche sin ningún problema de salud. Sin embargo, lo más frecuente es que, ya en el hospital, el pediatra, las enfermeras y las matronas (alguno de ellos, o todos a la vez) aconsejen a la recién parida la lactancia mixta -antesala del destete prematuro- porque no tiene leche suficiente o la que tiene no es de la calidad adecuada.Cuando las cosas cambien, cuando volvamos a ser mamíferos, racionales, sí, pero mamíferos, cuando recuperemos la fe en nuestra especie y la confianza en nuestros instintos, entonces nuestros hijos volverán a tomar su leche, y no la de los terneros.O por lo menos, los hijos de los que hemos decidido que la teta vuelva a tener la importancia que se merece: la salvaguarda de la especie.

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