miércoles, 25 de febrero de 2009

Soy una super mamá

Así me lo dijo hace poco una mamá amiga.
Lo curioso es que no me lo dijo por ninguno de los motivos por los que yo veo super mamás.
No me lo dijo por criar a dos niñas de alta demanda con toda la paciencia de la que soy capaz para no perder los nervios cada dos por tres.
Tampoco me lo dijo por intentar inventarme un trabajo que me permita estar con ellas.
Ni por hacer malabares con un sueldo de risa para que no les falte de nada ni se enteren de los malabares.
No me lo dijo por estar sin dormir cuando se juntan las dos una de "esas" noches. Ni por comer la última y de pie porque no son capaces de estarse quietecitas ni para comer. Ni siquiera por lo loca que se me pone la cabeza de las veces que tengo que oír "mamá ven" a lo largo del día. O por tener a la mayor con una pierna en cabestrillo durante tres semanas enseñándola yo en casa para que no pierda clase, y preparándola una fiesta de Carnaval con toda la chiquillería para que no se deprima.
Me dijo que soy una super mamá, porque a la peque la llevo siempre encima, en los portabebés, y porque, con 20 meses le sigo dando teta.
Ya ves, por las cosas que me hacen la vida más fácil, es por lo que los demás me ven como una super mamá.

martes, 24 de febrero de 2009

Fular elástico


El fular elástico es un tipo de portabebé muy recomendable para bebés recién nacidos, incluso prematuros y para papás primerizos en el arte del porteo, por su facilidad de uso. Los fulares elásticos miden entre unos 50-70 cm de ancho y unos 5 m de largo, dependiendo del fabricante. Los hay de diferente composición de la tela teniendo unas más aguante del peso que otras, pero en todo caso en este tipo de fulares sólo se pueden utilizar en las primeras semanas de vida del bebé, hasta aproximadamente los 9 kilos, o utilizando anudados con tres capas de tela para asegurar que aguantan al bebé correctamente. Su suavidad y comodidad hacen que este tipo de fulares sea considerado casi como una "segunda piel" para los bebés.
Además, para el recién nacido prematuro, este tipo de fulares presenta una serie de ventajas añadidas. Con ello se puede llevar a cago, de una forma sencilla y segura, el Método Madre Canguro, un método recomendado por la Organización Mundial de la Salud, por haberse demostrado la mejor evolución de los bebés prematuros cuidados con este método, que los bebés que han permanecido todo el tiempo en incubadora.
La OMS ha publicado un documento describiendo el protocolo a seguir para el MMC, dentro del cual se describe la postura adecuada del bebé:
“Se debe colocar al bebé entre los pechos de la madre, en posición vertical, de modo que el pecho de aquél quede en contacto con el de la madre (tal como se muestra en la ilustración
4 a).


Ilustración 4a Colocar al bebé en posición canguro

Se sostendrá al bebé con la faja. La cabeza, vuelta hacia un lado, se hallará ligeramente extendida. La parte superior de la faja se hallará justamente debajo de la oreja del bebé. La posición ligeramente extendida de la cabeza mantiene abiertas las vías respiratorias y permite el contacto visual madre¬hijo. Hay que evitar tanto la flexión hacia adelante como la hiperextensión de la cabeza. Las caderas deberán estar flexionadas y las piernas extendidas en una postura que recuerde a la de una rana; los brazos también deberán estar flexionados (ilustración 4a).
Habrá que anudar la tela con una fuerza tal que, al levantarse la madre, el bebé no se salga. Deberá garantizarse que la parte más apretada de la tela se sitúe sobre el pecho del bebé. El abdomen de éste no debería verse constreñido y debería quedar a la altura del epigastrio de la madre. De este modo, el bebé dispone de espacio suficiente para la respiración abdominal. La respiración de la madre estimula al bebé (ilustración 4b).



Ilustración 4b Bebé en posición MMC


Se mostrará a la madre cómo introducir al bebé dentro de la faja y cómo extraerlo de ella (ilus-tración 4c). A medida que la madre se vaya familiarizando con esta técnica, su miedo de hacer daño al bebé desaparecerá. "




Según este mismo documento, la que sigue es la representación de cómo quedaría el bebé, recordemos, prematuro, colocado con la faja y la camisa especiales para asegurar la sujección y la postura correcta:


Y así es como queda un bebé, también prematuro, en un fular elástico:
Fuente de la foto: directorio imágenes de Google.

Respecto a las marcas, existen varias que comercializan fulares elásticos (Didymos, Hoppediz, Minsá, Moby, Storchenwiege,…) con diferencias, la verdad, muy sutiles entre ellos. Moby tieme una versión de fular elástico con tejido “solarveil”, que impide el paso de gran parte de la radiación solar, especialmente diseñado para usar en verano y proteger la delicada piel de los bebés más pequeños.
Raquel García.





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viernes, 13 de febrero de 2009

El rebozo



El rebozo mexicano es un lienzo rectangular con el que las mujeres se cubren el cuerpo y la cabeza, y que se emplea para transportan a los niños pequeños, además de una prenda de lujo en muchos lugares, que se usa para lucir en fiestas y celebraciones, como complemento del traje; pero sobre todo, es la que se ha convertido, en una seña de identidad mexicana.
En 1572, en su obra historia de las indias, el fraile dominico Diego Durán ya hace mención del rebozo, prenda mestiza por excelencia, que nació de la necesidad que tenían las mujeres mestizas de cubrirse para entrar a los templos. Inspirándose en las tocas que los frailes impusieron a las mujeres indígenas con tal motivo, así como en los mantos que las españolas, los tejedores aprovecharon el telar prehispánico para tejer rebozos de algodón y más tarde de seda y de lana.


Beneficios del rebozo para el bebé
Durante la gestación, el bebé permanece en el útero en un ambiente cálido y confinado, acurrucado en posición fetal. Es lógico que con el nacimiento, al tener los brazos y piernas sueltos con movimientos involuntarios, sienta inseguridad. De hecho, los bebés recién nacidos tienen movimientos tan erráticos que hay zonas donde es costumbre ponerles guantecitos para evitar que se arañen ellos mismos. En México es común en los hospitales llevar al recién nacido a su madre muy envueltito y se enseña a la mamá a abrigarlos de ese modo en un rebozo.



El rebozo contribuye a los sentimientos de inseguridad del bebé ya que se propicia el tenerlos cerca del pecho. El latido del corazón de la madre es muy reconfortante para el bebé (y para la mamá al ver a su hijo tranquilo), pues le permite continuar el contacto con los latidos del corazón y con el ritmo la respiración de su mamá, que le han acompañado durante 9 meses. Dentro de un rebozo el bebé se siente acompañado, arrullado y calientito. El rebozo es como un nidito que puede ayuda a la mamá a conocer mejor a su bebé y darle la seguridad y confianza que ayuda a sentar las bases para que llegue a ser un niño seguro y feliz.
Estudios demuestran que los bebés prematuros a los que, a manera de terapia, se les acomoda dentro de la ropa de su madre, en contacto piel con piel, prosperan muy bien; es el Método Madre Canguro.
Además, los bebés que son llevados en rebozo suelen tener menos reflujo y cólicos por la posición vertical en la que permanecen. El rebozo ofrece además apoyo adecuado para la cabeza y la columna y favorece la lactancia.
Los bebés que pasan largos ratos cargados suelen ser más tranquilos, dormir mejor y ser menos llorones que los que pasan mucho tiempo en sillas y cochecitos, lejos del contacto físico de las personas que los aman, principalmente de su mamá. Se ha identificado que esta seguridad que siente el bebé al estar cargado en los primeros meses de vida favorece su desarrollo inmunológico y neuronal, así como su autoestima para toda su vida

Beneficios para mamá
El uso del rebozo permite a la mamá cargar a su bebé durante largos períodos al tiempo que tiene las manos libres y puede continuar haciendo tareas cotidianas o cuidar a otro hijo más mayor. Un rebozo también ayuda a equilibrar adecuadamente el peso del bebé evitando daño en la espalda y, lo más importante, ayuda a la mamá a conocer más y mejor a su bebé al estar en constante abrazo con él. Además, permite la lactancia de forma discreta y muy cómoda para ambos y se ha comprobado que reduce los índices de depresión post-parto. Los bebés acomodados en rebozo interactúan mucho con el mundo que los rodea al estar presente en las actividades y conversaciones de su mamá, sin embargo también tienden a dormirse fácilmente en él, por lo que la mamá goza de unos momentos aquí y allá para descansar también.

lunes, 9 de febrero de 2009

Las rabietas


Rosa Jové

“Quiéreme cuando menos me lo merezca, porque será cuando más lo necesite”.
¿Qué es una rabieta?
Cuando nacemos, el principal plan que tiene la naturaleza con nosotros es que podamos sobrevivir. Para ello nos “apega” con las personas que nos cuidan, ya que está comprobado que teniendo a un cuidador cerca vivimos más (recordad que somos una especie muy incompletita cuando nacemos). Por eso es tan importante que los bebés nos reclamen cuando no estamos cerca y por ello es tan importante que nosotros intentemos satisfacer sus necesidades más importantes (alimento, sueño, higiene, contacto…). Solo así se crea un apego seguro entre el niño y sus padres: el niño se da cuenta que tiene personas que le quieren y que le van a cuidar pase lo que pase, y por eso será un niño feliz.Es importante durante los primeros años de la vida de un niño dejarle bien clarito que “siempre” estaremos con él, que “siempre” le querremos y le cuidaremos, aunque a veces no nos guste “exactamente” lo que hace. Eso es la base de una personalidad segura, independiente y con una autoestima capaz de soportar altibajos y adversidades.Alrededor de los dos años (puede variar según el niño) la supervivencia del niño está ya más garantizada (se desplaza solo, puede comer casi de todo y con sus propias manos, es autónomo en sus actos más vitales ….) y la naturaleza (¡que sabia que es!) tiene otro plan para nosotros: si al principio era “apegarnos” para sobrevivir, ahora nos prepara para la independencia (pensad que sin independencia no crearíamos una familia propia, y eso es básico para el plan reproductor de la naturaleza). La independencia y autonomía es un largo camino que se va adquiriendo con la edad y a estas edades empezamos de una forma muy rudimentaria.¿Cómo hace el niño para manifestar su independencia? Pues dada su edad es una estrategia muy simple: consiste solamente en negar al otro. Su palabra más utilizada es el “no” y es fácil de entender porque, negando al otro, empieza a expresar lo que él “no es” porque aún no sabe realmente lo que “es”. Intento explicarme mejor: ¿Cómo sé yo (niño) que soy otro y puedo hacer cosas diferentes a mis padres? ¡Pues llevándoles la contraria!. Puede que aún no tenga claro lo que voy a ser pero así sé lo que no soy: yo no soy mis padres, por lo tanto ¡soy otro!.El único problema para los niños es que les conlleva un conflicto emocional importante porque como los padres no entienden lo que pasa y normalmente se enfadan con ellos, los niños notan que se están enfrentando a los seres que más quieren y eso les provoca una ambivalencia de sentimientos. Eso, nada más y nada menos, son las famosas rabietas: una lucha interior entre lo que debo hacer por naturaleza y una incomprensión de mis padres hacia tales actos que me provocan unos sentimientos ambivalentes y negativos.Esa ofuscación entre querer una cosa, no entender lo que pasa y el rechazo paterno, es la fuente de la mayoría de las rabietas. Por eso lo mejor es dejarle claro que haga lo que haga siempre le queremos y le comprendemos, aunque a veces no estemos de acuerdo.
Muchos padres viven esta etapa con mucha ansiedad porque piensan que es una forma que tienen sus hijos de rebeldía, tomarles el pelo y desobediencia. Nada más lejos. En estas conductas del niño no hay ningún sentido de “ponernos a prueba” ni hay ningún juego de poder entre medio (bueno a veces los padres sí que se lo toman como tal, pero el niño nunca pretende “desafiar” al adulto, solo hacer cosas diferentes a sus padres). Si el niño lleva la contraria a sus padres es para comunicarles algo muy importante: “¿lo ves?, me hago mayor. ¡Yo no soy tú!. Puedo querer, desear y hacer cosas que tú no quieres”.
¿Qué hacemos ante una rabieta?
La mejor manera de superar las rabietas la resumo en cinco puntos:
1. Comprendiendo que el niño no pretende tomarnos el pelo.Esta simple convicción hará que seamos más flexibles con ellos ( y por lo tanto se evitan muchos conflictos). Solamente pretende mostrarnos su identidad diferenciada.
2. Dejando que pueda hacer aquello que quiere.“¿Y si es peligroso o nocivo?, me preguntaréis. Evidentemente lo primero es salvaguardar la vida humana, pero los niños raramente piden cosas nocivas. ¿Saben lo más peligroso que me pidieron mis hijos cuando eran pequeños? ¡ir sin atar en la sillita del coche!. Evidentemente les dije que no, y no arrancamos hasta que estuvieron convencidos, pero no me han pedido nunca nada tan peligroso. Bueno, una vez mi hijo mayor cogió una pequeña rabieta porque quería un cuchillo “jamonero”, pero la culpa era más mía por dejar a su vista (y alcance) un cuchillo de tales dimensiones, que él por pedirlo. ¿no?El hecho de que quieran llevar una ropa diferente a la que nosotros queremos puede que atente contra el buen gusto, pero raramente atentará contra la vida humana. Lo mismo pasa con alguna golosina o con otras cosas. Si usted es un padre que vigila que el entorno de su hijo sea seguro, es difícil que pueda pedir o tocar algo nocivo para él. El hecho de el niño pueda experimentar el resultado de sus acciones sin notar el rechazo paterno hará que no se sienta mal ni ambivalente (y, de paso, evitamos la rabieta).
3. Evitando tentaciones.Los comerciantes saben perfectamente que los niños piden cosas que les gustan (por eso en los grandes supermercados suelen poner chucherías en las líneas de caja) ¿Acaso pensaba que el suyo es el único niño que montaba en cólera por una chuchería?. Si su hijo es de los que pide juguetes cuando los ve expuestos o chucherías si las tiene delante ¿qué espera?. Intente evitar esos momentos (no se lo lleve de compras a una juguetería o intente buscar una caja donde hacer cola que no tenga expositor de juguetes ni dulces) o pacte con él una solución (“Cariño vamos al súper. Mamá no puede estar comprando cada día chuches porque no son buenas para tu barriguita, así que solo elegiremos una cosita”). Si los mayores nos rendimos muchas veces a una tentación (el que esté libre de pecado que tire la primera piedra), ¿por qué pensamos que un niño puede contenerse más que nosotros?.
4. No juzgar a nuestros hijos.Podemos expresar nuestra disconformidad, pero no atacamos la personalidad del niño o valoramos negativamente su conducta. Es decir, mi hijo no es más bueno o malo porque ha hecho una cosa bien o no. Mi hijo siempre es bueno, aunque a veces yo no le entienda o no me guste lo que ha hecho. En este sentido vean este diálogo:Mamá: Cariño ha venido tía Marta. Ve a darle un beso.Niño: No quiero.Mamá: ¿Cómo que no quieres? Esto está mal. ¡Eres un niño malo!: Tía Marta te quiere mucho y tú no la quieres. Mamá no te querrá tampoco.A partir de aquí puede haber dos opciones o el niño monta un pataleta del tipo: ¡eres tonta y tía Marta también! y ya la tenemos liada. O bien, ante la idea de perder el amor de su madre, va y le da un beso a tía Marta, a lo que su madre responde: “¡Que bien! Así me gusta ¡Qué bueno eres!” con lo que el niño aprende que es bueno cuando no se porta como él siente y que solo obra bien cuando hace lo único que quiere su madre. Es decir, se nos quiere cuando disfrazamos nuestros sentimientos.Ninguna de las dos soluciones es correcta, porque en ningún momento hemos evitado atacar la personalidad del niño (eres malo) y hemos valorado su conducta (esto esta mal o esto está bien). Si en lugar de ello hubiéramos entendido sus emociones, a pesar de mostrar nuestra disconformidad, el resultado podría haber sido:Mamá: cariño ha venido tía Marta. Ve a darle un beso.Niño: No quiero.Mamá: Vaya, parece que no te apetece dar un beso a la tía marta. (reconocemos sus sentimientos).Niño: Sí.Mamá: Cuando las personas van de visita a casa de otra se les da un beso de bienvenida, aunque en ese momento no se tengan muchas ganas ¿lo sabías?Niño: No. (Y si dice que sí, es lo mismo).Mamá: ¿vamos pues a darle un beso de bienvenida a tía Marta?Normalmente a estas alturas el niño (que ha visto que le han entendido y que no le han valorado negativamente) suele contestar que sí. En el hipotético caso de que siga con su negativa podemos mostrar nuestra disconformidad:Mamá: El hecho de que no se lo des me disgusta, porque en esta casa intentamos que la gente se sienta bien. ¿Qué podemos hacer para que tía Marta se sienta bien sin tu beso? (a lo mejor tía Marta es una barbuda de mucho cuidado y a su hijo no le apetece darle un beso, pero eso no implica que quiera que se sienta ofendida). Niño: le diré hola y le tiro un beso.Mamá: Me parece que has encontrado una solución que nos va a gustar a todos. ¡Vamos!
5. Las rabietas se pasan con la edad.Llega un día en que el niño adquiere un lenguaje que le permite explicarse mejor que a través del llanto y las pataletas. También llega un día en que sabe lo que “es” y “quiere” y lo pide sin llevar la contraria a nadie. Llega un momento en que, si no hemos impedido sus manifestaciones autónomas y de autoafirmación, tenemos un hijo autónomo, que sabe pedir adecuadamente lo que quiere porque ha aprendido que nunca le hace falta pedirlo mal si su petición es razonable.¿Cómo hacer que llegue antes este momento en que finalizan las rabietas? Por una parte, hemos de procurar que en la etapa anterior (la del apego que explicábamos al principio) el niño esté correctamente apegado, ya que un niño inseguro tardará más en pasar esta etapa de independencia. Así que si quiere que su hijo sea autónomo, mímele todo lo que pueda cuando sea pequeño. Para adquirir la independencia se necesita seguridad y la seguridad se adquiere con un buen apego.Una vez haya llegado a la etapa de las rabietas, hemos de intentar que se solucionen cuanto antes. Nada de esto se dará si coartamos su deseo de separarse de nosotros, ya que lo único que se obtiene “intentando” que no se salga con la suya es un niño sumiso o rebelde (depende del tipo y grado de disciplina o autoridad empleada). Normalmente si les “ignoramos” suelen volverse más sumisos y dependientes, aunque lo que vemos es un niño que se doblega y “parece” que mejore en sus rabietas. Pero la causa que provoca esa rabieta sigue en él y se manifestará de otra forma (ahora o en la adolescencia).Sé que es difícil acordarse de todo ante una rabieta infantil. Sé que es difícil razonar cuando estamos a punto de perder la razón. Sé que es difícil y, por eso, ante la duda de no saber como actuar, intente querer a su hijo al máximo porque él lo estará necesitando, ya que las rabietas también hacen sentirse mal a los niños.“Quiéreme cuando menos me lo merezca porque será cuando más lo necesite” o lo que es lo mismo: “intenta ponerte en mi lugar porque yo también lo estoy pasando mal”.

sábado, 7 de febrero de 2009

La revolución nuestra de cada día.

La nuestra es una revolución silenciosa, amorosa y pacífica. Es una revolución doméstica, en el sentido más sublime del término. Es un cambio cotidiano, permanente, cariñoso, tierno y compartido.
Hacemos la revolución cada mañana cuando despertamos sudando envueltas en el cuerpo del niño pequeño. Cuando la divinidad femenina se hace presente a través del alimento que ofrecemos. Cuando organizamos los rituales familiares de comida, baño, limpieza, orden, palabras, explicaciones, verdades nombradas, diálogos abiertos, comprensiones compartidas y sueños soñados. Cuando somos anfitrionas de las celebraciones. Cuando cada día compartido y cada noche de descanso hacen parte de la nutrición afectiva. Cuando brindamos porque estamos vivos. Cuando el poder susurrante del agua nos adormece, y el poder hipnótico del fuego nos vitaliza.
Las madres hacemos la revolución cuando recuperamos nuestros rituales ancestrales, cuando defendemos los espacios íntimos, cuando hacemos silencio, cuando recordamos que somos la Tierra y que somos el Cosmos. Cambiamos el mundo cuando conservamos el valor sagrado que tienen los pequeños actos de intercambio humano.
La revolución de las madres acontece cuando nos dejamos fluir por la energía de las trece lunas de cada año. Cuando nutrimos, alimentamos, sanamos, atendemos, esperamos y estamos abiertas y receptivas para con los demás.
No importa que hayamos tenido vidas difíciles. Cada día es una nueva oportunidad para mirar a un niño, y saber que está deseoso de alimentarse con nuestra sustancia materna. Tampoco importa si se trata de un hijo propio o un hijo ajeno, porque ellos siempre permanecerán receptivos a los cuidados amorosos. Todos los niños saben que existe un ámbito generoso y caliente latiendo en el corazón de cada madre, potencialmente útil y nutritivo para ellos.
Laura Gutman - Fragmento de "La revolución de las madres"