viernes, 17 de abril de 2009

¿Y la derecha qué?

Mi hija pequeña nació el 24 de junio de 2007; la noche de San Juan, en plena Fiesta Grande de León.
Parecía que se había enganchado bien al pecho, porque al principio no sentía dolor; pero tengo mucho pecho, y no me daba cuenta de que la succión no era buena, así que las grietas no tardaron en aparecer, especialmente en el pecho derecho, que es el más grande.
Para colmo, parecía que la leche no terminaba de subir, y la nena empezó con ictericia cuando llegamos a casa, después de que el genial pediatra del Hospital insinuase que, una vez más, no podría dar el pecho a mi hija.
Me centré en estimular mi pecho con sacaleches y ofrecía a la peque la leche que me sacaba con una jeringa para despertarla durante las tetadas y que así engordase, porque no había manera.
El problema es que al principio no era capaz ni de ofrecer la teta derecha a mi hija, ni de utilizar con ella el sacaleches, porque las grietas me mataban del escozor, así que decidí esperar a que curasen, y luego, ya me ocuparía de ella.
Pero cuando las grietas curaron y empecé a utilizar el sacaleches, me pasó una cosa rara: cuanto más le daba al manubrio del extractor, menos leche parecía salir. La mama se amorató e hizo una mastitis.
Mientras tanto, la nena ya había empezado a engordar y parecía que se había acostumbrado a mamar de un solo pecho, así que desistí.
Pero ahora, casi dos años más tarde, a mi hija le ha entrado la curiosidad: le da por dejarme en bolas y observar la situación; lógicamente los dos pechos ahora son totalmente diferentes: la mama izquierda (la que "funciona") se nota más blanda y rosadita, y el pezón sobresale más de un centímetro, lo que facilita un montón el agarre de la peque; sin embargo, la derecha (la que "está rota") es más grande y redonda, más blanca y el pezón es prácticamente plano, igual que lo era el de su compañera cuando comenzó nuestra lactancia.
Así que la Nana me ve y se parte de la risa, claro. Pero últimamente, va un paso más allá: le da por lamer la mama derecha e intentar agarrar un pezón que es prácticamente inexistente, por lo que termina la operación diciendo "eta no" y "caca", porque claro, no sabe rica.
Pero he decidido hacer una locura, aprovechando el reciente interés por la teta de mi peque: voy a intentar relactar la mama derecha.
Ya me han dicho que para qué, que menuda tontería. Pero yo creo que si puedo, ¿por qué no lo voy a hacer? Conozco a esta peque, y aunque los niños cambian a la velocidad del rayo, de momento me da la sensación que un añito más sí que le va a dar en la teta. ¿Por qué no voy a aprovecharlo y hacer que mis dos tetas vuelvan a ser iguales? ¿No tiene también derecho la diestra a disminuir su riesgo de padecer cáncer? ¿No tengo yo derecho a intentar acabar con un edema que hace que un pecho sea una talla más grande que otro?
Pues a lo mejor me equivoco, pero como creo que ése, el de equivocarse, es un derecho inalienable de cada persona, lo voy a intentar.
Mi colega Raquel B. la otra mitad de la teta y mi monitora de lactancia y ángel de la guarda en lo que a la teta se refiere, me ha sugerido que escriba un diario, y así lo voy a hacer.
Mi aventura con la relactación de la teta derecha empieza mañana; ya veremos.

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